domingo, 3 de diciembre de 2017

De vuelta

Muchas veces, cuando sostengo conversaciones con personas que no conozco tanto y me preguntan por mi trabajo, terminamos hablando de nosotros mismos en la etapa escolar, creo que es inevitable.

Pero, lo importante de esto es que, algunas personas, terminan en una especie de catarsis sobre aquellas cosas que solían hacer y dejaron, ya sea porque eran tontas, porque no formaban parte de su concepto de "madurar" o porque las fueron olvidando en el camino... Y, en ocasiones, aparece la nostalgia.

Hace poco, me puse a pensar por qué razón dejamos de hacer cosas que nos gustaban o nos relajaban. La respuesta es simple: por atolondrados.

Por ejemplo: yo misma. Permití que me absorbiera tanto el trabajo, el estrés, el dinero, la comodidad y la pereza que dejé de escribir, dejé de actuar, de pintar, de leer... Lo que produjo en mí un efecto negativo al 100% y comencé a estresarme, a ponerme de mal humor y más apática de lo normal.

Lo curioso es que no sabía por qué razón estaba experimentando aquellos cambios de humor, hasta que un anuncio en un panel me hizo pensar: había dejado de escribir y leer. No tenía cómo botar el estrés diario que me causa el trabajo.

Una cosa llevó a la otra y obtuve una lista de todo aquello que hacía desde adolescente y que hace dos años, abandoné... Como este blog, que hoy revisé con cariño y nostalgia... Y que retomaré.

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