sábado, 29 de agosto de 2015

Sí, los quiero

Es increíble cómo suceden los hechos. Cuando comenzó el año escolar, con ese nuevo salón de niños tan pequeños, no imaginé que podría acostumbrarme, incluso aseguraba que era imposible que yo les tomará cariño. Eran muy pequeños.

Fueron transcurriendo los meses y comencé a conocerlos, sus historias de vida, sus problemas y su día a día luego del colegio, entonces sí me comprometí con ellos, con su aprendizaje y su crecimiento. Y como sucede cada vez que uno se compromete, les tomé cariño.

Ahora, las circunstancias cambiaron y estoy trabajando con niños de 3 años, si bien, no cometeré nuevamente el error de afirmar que no los querré, es inevitable pensar en mis pequeños y extrañarlos. Al mismo tiempo, es una sorpresa para mí el hecho de alegrarme con tan sólo pasar por la ventana de su salón y verlos trabajar.

Pero con eso me basta, verlos cuando llegan y luego volar para ayudarlos a salir, cruzarnos dentro del colegio y que corran a abrazarme, que me vean y reclamen mi presencia, pero al mismo tiempo, recuerdo que son niños y me da pena.


miércoles, 12 de agosto de 2015

Lo que me gusta

Debo admitir que sí me molestó ser despedida (y eso que trabajaré hasta fin de mes), al principio pensé que era de orgullosa, ya que yo siempre renunciaba, a mí no me despedían; luego comencé a cuestionarme si soy o no buena para lo que hago; pasé por una catarsis y llegué a la conclusión que aún me falta mucho por aprender y ese colegio no tiene padres dispuestos a enseñar.

La salida más rápida a la falta inesperada de trabajo, siempre es volver a lo anterior o a lo que se sabe hacer bien... y yo soy buena en mi carrera, encontraría trabajo muy rápido, conozco la "cancha", aprendo con facilidad y, aunque no soy una persona social, sé que podría adaptarme a cualquier área de relaciones públicas, imagen empresarial o comunicaciones en general.

Pero no quiero... he ahí el punto de quiebre en todo esto, no quiero trabajar en otro rubro, desde que volví a eneñar, no quiero imaginarme haciendo algo distinto, porque es lo mío, es donde a pesar de los problemas y las presiones logro sentirme cómoda y me reto a mí misma, es ahí, en los colegios, donde me esfuero de verdad y donde trabajar significa algo más que ganar dinero.

"El trabajo dignifica a la persona"... Había escuchado tantísimas veces esa frase dentro de mi etapa formativa, pero no fue hasta que ingresé a trabajar al colegio que cobró sentido real y es ahí donde ya no siento celos de la pasión con que hablan mis amigos de sus carreras; con la única diferencia que yo no estudié educación y eso lo complica todo... no me parece justo, pero así es.


lunes, 3 de agosto de 2015

Cambio de look

Una vez leí en un libro de una teórica española sobre los procesos comunicativos en su país, que las personas representan con un cambio de "look" un cambio en su personalidad. Cuando lo leí, me mostré en desacuerdo. Ahora, no lo considero tan errado, no creo que sea un cambio en la personalidad, pero sí en la forma de pensar.

Hace poco volví a pintarme el cabello y publiqué una foto en mi cuenta de facebook: más de 60 "likes", como 15 comentarios positivos y una sonrisa de orgullo en mi rostro, no me equivoqué, el color rojo me queda bien. La verdad detrás de esto es simple. Algo cambió dentro mío, en mi forma de pensar, de entender mi entorno, mi situación actual y de pensar en mi futuro.

Cuando surgen problemas económicos, laborales, amorosos, todos al mismo tiempo, es inevitable sentir dudas y preguntarse ¿qué estoy haciendo mal? en mi caso, esa pregunta no deja de repetirse en mi cabeza sin siquiera mostrar un amago de respuesta, por lo que termino con la cara pegada a la almohada, es entonces cuando opto por un cambio físico, algo que me levante el ánimo y la confianza.

Solía pensar que era inservible cambiar algo de mi estilo, pero la verdad es que no, desde ponerme un par de aretes, comprarme alguna prenda o cambiar el color de mi cabello, cualquier cosa ayuda a mirar el espejo y recordar quién soy y lo que quiero, como se dice comúnmente, reencontrarme conmigo.

Y si bien, en este momento, soy un manojo de dudas y preguntas, pasar por la peluquería (casa de una amiga), me dio el respiro necesario para concentrarme y enfocarme nuevamente. Y me gusta cómo me veo.