martes, 30 de diciembre de 2014

Adiós

La gran mayoría de personas discuten, pelean, desean cosas malas o maldicen, insultan, golpean, lloran o escriben para desfogar esas emociones desagradables que llevan dentro causadas por alguna situación que no se pudo manejar de la manera esperada, pero no hay peor sentimiento que el perder la esperanza. 

Hoy, después de años, lo experimenté y sentí un vacío, que mañana se volverá más profundo cuando firme la carta de cese de labores.

Las relaciones interpersonales son poderosas, generan sentimientos fuertes entre las personas, sea cual sea su edad, sexo, nivel socioeconómico o educativo; se dan en ambas direcciones y se basan en la confianza, el respeto y la retroalimentación. Cuando alguna de las tres falla, comienzan los problemas serios. ¿Las consecuencias?

Hoy escuchaba a una gran amiga contarme cómo acababa de perder a su mejor amiga, la persona en quien más confianza había depositado por los años que llevaban de conocerse (6 exactamente). Recuerdo que le dije "uno nunca termina de conocer a los demás, sin importar cuántos años pasen" a lo que me respondió "bueno, ella ha muerto para mí".

Cuando la relación se ha quebrado a un nivel que una de las partes considera irreparable, no hay marcha atrás, pero de no ser así, aparece la esperanza. El sentimiento de fe en que los problemas serán resueltos y todo volverá a su estado normal. A medida que vaya pasando el tiempo, se puede desvanecer las ganas de intentarlo, pero la esperanza no. Cuando la esperanza se va, todo queda oficialmente perdido y no hay más por hacer.

Ese día para mí fue ayer. Entré, al que fue por 6 meses mi salón, saqué mis cosas, las decoraciones de las paredes, los adornos navideños, mis stickers y me paré al medio de la pizarra; cerré por un momento los ojos y -como si fuera una película- recordé lo ruidosos que fueron esos meses, los cambios de sitio, las dinámicas, a mí enojada, a mis alumnas gritando para que se calmen, sus risas. Sin lugar a dudas, sin pensarlo dos veces, mi mejor trabajo y la mejor experiencia del año... y ahora debo decir adiós.

¿Motivos? solo uno. El "profe" perdió la esperanza conmigo y otras tres profesoras más. ¿Por qué? reclamar por los derechos laborales. Lo siguiente fueron detalles, una guerra entre "arriba" y "abajo", entre el "renuncien" y el "despídannos".

Claro que gané. Mañana firmaré el dichoso documento. Pero perdí lo que para mí era lo fundamental y más importante en ese trabajo: a mis alumnos. Adiós... Porque la esperanza de reparar esa relación desapareció, ellos no quieren darnos más confianza; nosotras no estamos dispuestas a aceptar negociaciones. Y entonces la tutora se va, buscará otro colegio donde comenzar de nuevo.

Pero los recuerdos, buenos y malos quedan, el cariño, lo aprendido. Los extrañaré horrores. Adiós.


domingo, 7 de diciembre de 2014

¿Mami - papi?

Es increíble como un niño refleja la situación de su hogar, de sus padres, de su vida familiar. El día viernes, uno de mis alumnos, un niño de 11 años, uno de mis niños problema, me faltó el respeto, tanto, tanto. tanto que, no solo me hizo llorar de la frustración, sino que me hizo decir -en voz alta- que no quiero volver a verlo (a él no, claro, a mis amigas cuando les contaba).

Uno de mis grandes pecados es ser rencorosa, en contraposición, soy extremadamente paciente, perdono con facilidad y creo en las personas. Esta aclaración para que se entienda por qué es tan grave que yo haya dicho que no quería ver más a este niño (cuyo nombre no mencionaré). En mis 24 años de vida, esta es la tercera vez que menciono esa frase.

Aquí la historia resumida: 

El viernes pasado, los niños decoraron unas botas de Papá Noel (excepto 5 que no llevaron materiales), como todos se comportaron mal, se quedaron sin recreo bajo amenaza que si seguían así, también los dejaría sin clase de educación física. De modo que aceptaron su castigo y se quedaron tranquilos. Excepto este niño.

No fueron a clase dos niñas y él. Las niñas me ayudaron a recortar los comunicados de los exámenes, mientras yo engrapaba los exámenes en las agendas. Este niño comenzó a gritarme "me pondrás matrícula condicional?!!!", yo decidí no hacerle caso hasta que se calmara pero él cogió la regla del salón y comenzó a golpear el piso.

Al ver que no funcionaba, me arrancó el engrapador y golpeó mi escritorio, se lo quité y lo guardé. Entonces, cogió una de las agendas y se golpeó la cabeza, saqué las agendas de su alcance y comenzó a darse cachetadas. Bueno, así se cansaría del dolor, pensé. Efectivamente, se cansó y se golpeó la cabeza contra la pared, una y otra vez, hasta que le grité. 

Las niñas comenzaron a quejarse de su comportamiento así que les dije que no le hicieran caso, solo buscaba llamar la atención. Esto respondió "Ya vez?! no te metas! mira como me ignora la miss! -volteé a mirarlo- crees que soy estúpido, que no me coy cuenta que me ignoras?!!!"

Acto siguiente, forcejeó conmigo para que no le anotara en la agenda lo que me había gritado, así que salí del salón y llamé a su mamá. Lo encontré sentado al lado de mi escritorio llorando. Comenzó a golpearse la cabeza contra el. "Quieres causarte un daño cerebral?"- le dije- "me importa un pepino! no quiero que seas mi tutora!" (auch!)

Me paré y le tomé la cabeza con las manos para que no hiciera daño... pero eso no fue todo.

Su abuelo me amenazó con ponerme una denuncia policial por "retener a su nieto", su madre se negó a firmar la matrícula condicional conductual porque "no encontraría un buen colegio donde ponerlo" y su padre quiere una cita con la directora... ¿algo más? 

No soy madre, no imagino cómo debe ser, pero manejo 28 niños en mi salón y se nota la diferencia cuando el hogar es funcional, cuando no lo es pero los padres se apoyan, y cuando simplemente es un desastre... y ellos son el vivo reflejo. Al menos, un poco de conciencia y humildad para aceptar los errores y buscar enmendarlos porque ellos lo muestran todo, lo repiten todo y crecen resentidos, problemáticos o despreocupados -no sé cuál es peor-.