miércoles, 9 de noviembre de 2011

Así es...

Hace unos días conversaba con un buen amigo al que conozco hace bastantes años -cuyo nombre no mencionaré únicamente por no venir al caso-, y decidimos ponernos al día sobre nuestras vidas, como lo hacen todos. La conversación transcurrió sin problemas hasta que me preguntó: "Lo tuyo con el arte va en serio, ¿no?". 

En ese momento comprendí que no imagino mi vida de otro modo más que haciendo arte, actuando, escribiendo, dirigiendo; yendo a ver obras, exposiciones de pinturas, museos, festivales, ballets, óperas, conciertos... porque ese es el estilo de vida que quiero para mí, que necesito para mí.

Cuando tenía 12 conocí el teatro en un intento de escapar de los talleres extracurriculares deportivos -que en el colegio abundan-, intentando escapar de las manualidades y el origami porque, a pesar que me gustaban, sabía que no era lo mío, sobretodo si me interesaba llevarme bien con los profesores para que me consideren en sus cursos curriculares. Mi primer ejercicio fue vender unos plumones que derramaban tinta, recuerdo que estaba muy nerviosa pero pude hacerlo, conseguí el personaje principal de la obra que vino y me quedé ahí todo el año. A los 15, descubrí su importancia social al entrar al taller municipal de teatro que tenía mi distrito, conocí muchas personas buenas e interesantes -mis amigos del colegio también lo eran, pero con ellos no tenía muchos temas de conversación- este grupo duró 3 años, los mejores de mi adolescencia, aprendí toda la base de la actuación. A los 16 lo tomé por carrera, lo que llevó a dos largos y tediosos años de discusiones con mi familia, porque ellos querían -o quieren- que estudiara una carrera que me permita sostenerme por mí misma, yo no considero que el arte no pueda cumplir dicha función; a mi parecer Lima, si no el Perú, está progresando mucho en cuanto a cultura teatral se refiere, pero esa es otra historia. Y estudios superiores. Cuando llegué solo me importaba aprobar los cursos y hacer amigos -las cosas no han cambiado mucho desde entonces- pero, en el camino, la universidad me enseñó mucho más, porque me dio la oportunidad de conocer personas APASIONADAS que trabajan para pagarse su carrera y que estudian de noche para poder seguir trabajando, personas comprometidas a lograr el título que ansían y a trabajar para el Perú y para ellos mismos haciendo lo que aman. Me produjo envidia. Yo quisiera también estar así...

Entonces surgió la pregunta ¿por qué ellos sí pueden y yo no?, ¿acaso no estoy lo suficientemente enamorada de teatro como para tener el derecho de llevarlo por carrera?, ¿o me falta valentía para tirar la universidad al tacho y postular a la ENSAD? 

Conocí a un muchacho que se escapaba en las noches para hacer música con su banda en donde sea que los llamaran; conocí a otro que dejó de ver a su propia familia para hacer grandes pinturas en el piso; conocí a una chica a quién no le importó ser la mayor de su clase porque solo necesita escribir; conocí a un chico que aprovechaba la hora del receso para jalar un banco y tocarnos sus melodías en su guitarra; conocí a una chica que no le importó salir en pequeñeces sin rating pero que ahora está en una de las mejores series peruanas. Esas son personas con pasión en su sangre, con decisión y garra, que toman el "statu quo" y lo doblan a su favor; pero siguen estudiando una carrera soporte como yo. ¿Así deben hacerse las cosas?




miércoles, 2 de noviembre de 2011

No cambies

Según dicen los estudiosos y expertos en sociología, el ser humano es el animal que mejor se adapta a las circunstancias cambiantes; para mí esto es una mentira...

Es una mentira social, física, psicológica, familiar,personal; es una de las más grandes mentiras que he oído en todos los años que llevo actuando -porque los dramaturgos y los que actuamos somos los mejores mentirosos- y no me importa pelear con todos los sociólogos del mundo si es necesario para cambiar la ley a "los seres humanos son los animales que PEOR se adaptan a los cambios, que más sufren para adecuar su vida a los cambios naturales, pero que lo logran con mayor firmeza". Está sí sería una verdad universal, quizás la siguiente más cierta después de las afirmaciones sobre el amor y la necesidad social.

Las personas vivimos de las costumbres, de las tradiciones y de la rutina, de las cosas y echos que damos por sentado y que nos hacen sentir cómodos y seguros, de todo aquello que se vuelve nuestra base y sostén, pero ¿qué sucede cuando algo cambia? Afecta siempre de forma negativa, nos vuelve indecisos y temerosos, nos lleva a la nostalgia y al recuerdo, nos hace sentir que el piso tiembla, que toda nuestra base se mueve, que nuestra seguridad y comodidad se ven en peligro al punto que sentirnos volubles. 

Un psicólogo me explicó, hace bastante tiempo ya, que el ser humano para por etapas en su desarrollo como persona, estás tienes espacios de cada 7 años y que el año previo, la persona entra en alguna clase de crisis. Yo, acabo de cumplir 21 años, acabo de cambiar de etapa evolutiva y acabo de salir de una crisis para entrar en otra distinta llamada cambio. ¿Cuando dicho cambio afecta más? ¿cuando involucra a la familia? ¿cuando involucra a los amigos o a la pareja? no... afecta más cuando involucra a la persona en sí, en su mundo interno, en su estabilidad emocional.

A mí me pasó a los 17 cuando decidí que quería estudiar artes, mis padres no me lo permitieron y tuve que buscar otra carrera aunque no me gustara; a los 18 cuando una de mis mejores amigas se iba definitivamente a vivir a otro país, solo podíamos comunicarnos por correo y pensé que no volvería a verla y comencé a experimentar la soledad; a los 19 cuando conocí personas que luchaban para hacer lo que querían y descubrí que yo no tenía el valor de hacer lo mismo porque no creía en mi talento, porque tenía miedo de lo que podría suceder; a los 20 cuando mis mejores amigas se pelearon, cada una tomó un rumbo distinto, elegido u obligado, y cambiaron sus formas de pensar; ahora, cuando comienzo a entender que no puedo controlarlo todo y no puedo detener los cambios por más esfuerzo que ponga.

Pero sigo adelante, dándole con todo lo que tengo, a pesar de las crisis existenciales, de los miedos, de las inseguridades; a veces queriendo crear una máquina del tiempo para regresar, a veces esperando que alguien me alcance un video sobre los últimos 7 años de mi vida, a veces meditando qué sigo esperando que suceda para darme el empuje que falta, porque cada cosa por la que pasé, cada cambio y cada crisis me llevaron hasta aquí, como lo hicieron con cada persona que conozco.

Es que cada uno asimila como puede los cambios y lucha por establecerse y recobrar energías para seguir luchando antes que llegue otro, seguro más drástico que el anterior, que sirven para formar el carácter, la personalidad y la fuerza.