Hay muchas cosas que me ponen ansiosa: Las discusiones y los enfrentamientos, sobre todo.
Creo que no he escrito antes sobre las discusiones. Considero que son necesarias, siempre y cuando sean bien manejadas, con un tono de voz adecuado, sin gritar, con respeto, sin interrumpir al otro, con gesto neutro, no con cara de ogro, y sin intentar resaltar con cualquier medio, sin hacer sentir mal a la otra persona.
Los enfrentamientos los veo totalmente innecesarios... Excepto los deportivos; en todos los demás casos, sobran. Y no entiendo por qué la gente disfruta enfrentando a otros, si existen tantas formas, no agresivas, de liberar las tensiones y el estrés (hacer deporte, por ejemplo).
Entiendo -quizás me equivoque- que quienes disfrutan de pelear, de rebajar al otro, del chisme malintencionado, de juzgar, de ver mal a otros, en realidad están extrapolando sus propias carencias y la falta de autoestima. Si yo me quiero, yo me cuido y trato bien al resto.
En fin... Son dos cosas con las que debemos lidiar diariamente y que me ponen muy ansiosa... Más adelante, tocaré el tema a mayor profundidad, porque es terapéutico escribir.
Lo importante de todo esto es que considero que cada persona debe cuidarse y mantener un equilibrio emocional que, en mi caso, se rompe cuando estoy en alguna de estas dos situaciones. Y si las evito o salgo rápidamente de ellas ¿es escapar o protegerse? Estos conceptos están uno al límite del otro y son confundidos.
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