Hace poco un profesor del curso de opinión pública nos pidió escribir un artículo donde nos auto definiéramos como conservadores o modernistas. Interesante tema. Pensé un largo rato hacia qué grupo pertenezco, luego me di cuenta que a ninguno, no creo sinceramente que exista en este siglo, en estas circunstancias, en esta parte del planeta alguien que sea totalmente de un lado o del otro. He aquí lo que respondí:
"Mis amigos me definen como una chica opend mided, es decir, de mente abierta; pero, mis mejores amigas, como conservadora. Considero que es relativo lo de la forma de pensar o concebir a la sociedad, de definir hasta donde ciertas actitudes son permitidas dentro de los valores, las creencias, incluso, la religión.
Fui criada dentro de un familia religiosa en general, en un colegio católico y dentro de una sociedad que está todo el tiempo pendiente de lo que dices, haces o con quienes sales. Esto me llevó a cuidar mucho la imagen que debían tener los demás de mí, las conversaciones y los temas que tocaba y hasta la forma en la que me expresaba, si escribía tal o cual palabra en mis poemas, si leía ciertos libros, si escuchaba rock, blues o pop, etcétera. Seguía el ejemplo de mi madre, los consejos de mi abuela, nunca cuestionaba las decisiones, nunca manifestaba mi desacuerdo con algo, nunca buscaba más allá del parámetro. Totalmente conservadora.
Mi abuela reclamaba -incluso ahora sigue haciéndolo- "¡¿qué pensará la gente?!" Antes me quedaba callada o prometía hacer algo al respecto, ahora le respondo "para lo que me importa", porque en realidad, me tiene sin cuidado lo que piensen de mí aquellos que no me conocen ni quieren conocerme. Y es que cambié, dejé salir mi verdadera personalidad y comencé a sentirme orgullosa de lo que pensaba -y pienso-, comencé a defender mis ideas y a respaldarlas con con base. Me volví pacifista, amante del rock, fanática del arte en general, de mente abierta y rebelde al status quo.
Mis padres muchas veces se preguntaron qué me pasó. Entré a un elenco de teatro: subirme al escenario me quitó el miedo a que me vieran, llorar frente al público logró que dejara de preocuparme por lo que pensaran de mí, leer a los dramaturgos me enseñó que hay más formas de entender el mundo y las ideas que las que me impone la sociedad donde me tocó nacer, que hay diferentes realidades y que no son malas o erradas, que hay muchas maneras de alcanzar la felicidad; interpretar a otros personajes, con vidas muy distintas a la mía, darle vida a una idea con personalidad marcada me hizo crecer como persona, saber que puedo sentirme bien conmigo misma sin molestar al resto.
Ahora, que me siento tranquila conmigo misma, no sé si sea conservadora u open mided, creo que soy una combinación de ambos lados, cambié algunas ideas pero mantengo otras, le soy fiel a mi familia pero jamás sobre mis propias creencias. Ante esto pregunto ¿por qué el otro debe decidir si lo que hago está bien o no? ¿o si con quien salgo vale la pena? ¿o si mis amistades, o si mi vestimenta, o si mi carrera? Mucha gente mide su éxito en base a la reacción del resto, tal como los aplausos en el teatro, el rating en la TV o el nivel de compras en la publicidad, hasta aquí considero que es aceptable, incluso importante. El resto es una estupidez.
No se debería actuar para que la familia y los amigos nos acepten, se sientan orgullosos o no avergonzados; juzgar a una persona por sus ideas mientras no afecte de forma negativa a la comunidad es una necedad; sentirse la oveja negra es una forma de auto rechazarse."
Cuando todo está dicho, y bien dicho; los comentarios sobran.
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